27 mar 2008

Las crónicas de Narnia

Sergi se ha elegido una pasada de páginas...

Las crónicas de Narnia

¡Mitología vikinga! como el Hobbit, El Señor de los Anillos...

Después de navegar por la página de Narnia, hacéis un comentario sin faltasssssssssssssssss...

26 mar 2008

El espejo del futuro

David ha elegido un libro de misterio:
---


De un autor generoso:

Jordi Sierra i Fabra

Santi ya casi ha terminado de leer otro del mismo autor:



CAPITULO 6 DE

"EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA".


EDITADO POR ANAYA EN ABRIL DE 2007


La directora del instituto era una mujer rígida, severa, recia y cuadrada. Y al mismo tiempo era un trozo de pan, de ahí lo de Buena. Mantenía una cierta belleza juvenil, de ahí lo de Bonita. Y vestía con un pésimo gusto, de ahí lo de Barata. A su lado, el jefe de estudios, el señor Valerio, sin ningún apodo porque las iniciales de sus apellidos no decían nada, más bien parecía un palillo sin punta. Alto, delgado, calvo, con ropa que debió de pertenecer a su padre porque era siempre una o dos tallas más grande que él, sus ojillos vivos semejaban los de una grulla. Sus movimientos, casi eléctricos, también. Los dos entraron en clase y, mientras ellos se ponían en pie, les indicaron que se sentaran haciendo un gesto con las cuatro manos. Como si tocaran el piano, o los tambores. La que tomó la palabra fue la directora. Carraspeó, unió los diez dedos fuertemente, a modo de rezo, y tras inspirar largamente les anunció:

—La señorita Soledad no ha venido hoy al centro.

Eso ya lo sabían, así que la inquietud aumentó. Forma y tono se confabulaban para conferir al momento un deje de lo más dramático. En cuanto a ellos, parecían formar la mejor clase del mundo entero. Ni se movían. Ni respiraban. Espaldas rectas, piernas unidas, brazos sobre las mesas. Un ejemplo modélico de comportamiento y urbanidad. Pero es que estaban cagaditos de miedo. La directora volvió a llenar sus pulmones de aire.

—Veréis... —empezó a derrumbarse—. En realidad se trata de algo más que eso...

—Lo que vamos a contaros debe de ser un secreto, al menos en las próximas horas —intervino el señor Valerio, mucho más sereno y con el ceño fruncido—. Un secreto importante, porque se trata sin duda de algo muy... muy grave.

La directora y su jefe de estudios intercambiaron una mirada fugaz. Suplicante la de ella, resignada la de él.

—¿Qué le ha sucedido a la profesora de lengua? —no pudo más Ana. Oír una voz salida de alguna parte de delante suyo ayudó a que los dos adultos rompieran el hielo.

—No estamos.... muy seguros de lo que haya podido sucederle —manifestó ella.

—Hay una total reserva —apuntó él.

—¿Pero está bien? —insistió Ana. Hubo un silencio. La directora y el jefe de estudios parpadearon mientras miraban a la chica.

—No tenemos ni idea —se rindieron al unísono. Ahora sí, la clase se arremolinó presa del desasosiego. Si no tenían ni idea de cómo estaba era, sencillamente, porque no estaba. Es decir, que cuanto menos la señorita Soledad había desaparecido. Tal vez, harta de ellos, se hubiera ido a dar la vuelta al mundo. O a alguna playa.

—Tenemos una... esto... una carta de vuestra maestra. Por decirlo de alguna forma —les comunicó por fin el señor Valerio.

—Una carta que voy a leeros —anunció en un tono muy precavido la señora Bienvenida.

—Recordad que esto es secreto —insistió el jefe de estudios—. Ni una palabra a nadie. Confiamos en vosotros. Sobre todo porque esto parece atañeros y... bueno, que... La directora extrajo un sobre de su bolsillo izquierdo. Luego las gafas del derecho. Se calzó las segundas y extrajo una hoja de papel perfectamente doblada del interior del sobre. Ya no esperó más y, con voz revestida de gravedad, despacio, como si leyera un testamento, les hizo partícipes de aquella singularidad.

—"Hola. Soy yo, Soledad Olmedo Sánchez, la SOS, la profesora de lengua. Os escribo porque quiero que sepáis algo: me he vuelto loca. Oh, sí. Loca del todo. ¿Una broma? Pues no. Enhorabuena. Lo habéis conseguido. Ya no puedo más. Llevo años luchando con vosotros, y cada vez es peor. Cada curso supera en ignorancia al anterior. Como soléis decir, ¡una pasada! Y he dicho basta. ¡Basta! No leéis nada. Odiáis leer. Luego no entendéis ni una palabra de lo que os dicen o de lo que estudiáis, hacéis unas faltas de ortografía flagrantes y dais pena. Autentica pena. No quiero ver más como arruináis vuestra vida. Hacedlo, pero sin mí. ¿Qué queréis que os diga? ¡Os quiero! ¡Sí, os quiero! ¿Tanto cuesta creerlo? Os quiero pero... hay amores que matan. Hoy esto se ha terminado. Mañana iré al manicomio, o a dónde sea. Mañana. Hoy..." —la señora Bienvenida levantó por primera vez los ojos de la carta y los paseó por la estupefacta audiencia. Su mano tembló. Y también su voz al tragar saliva y proseguir la lectura de la singular epístola—: "Os anuncio que hoy, entre las ocho de la tarde y las doce de la noche, asesinaré a uno de vosotros —hizo una pausa dramática para ver el efecto que causaban sus palabras, que fue demoledor—. El elegido o la elegida pagará por todos. Será mi despedida, ¡el gran final! ¡La maestra que se volvió loca y asesinó a uno de sus peores alumnos! ¡Y encima seré una heroína para muchos que desearían hacer lo mismo, aunque espero que no cunda el ejemplo y nadie me vaya a imitar!"

—¡Qué fuerte! —balbuceó Fernando.

—Haz el favor de callarte, que la carta sigue —impidió que se alzara un remolino de voces el señor Valerio.

—"Sólo me detendré —la señora directora le puso mucho énfasis a lo que dijo a continuación—, si alguien da conmigo antes de las 8 de la tarde. Y no estaré en mi casa, por supuesto. Hablo en serio: mataré a uno de vosotros si no me encontráis y me detenéis antes de esa hora. Es vuestra última oportunidad. Para ello tendréis que resolver las pruebas que os daré. Si lo hacéis bien, prueba a prueba, no tendréis problema para juntar las pistas y dar conmigo. Pero sé que no seréis tan listos. Si lo fuerais no habríamos llegado a esto. Aún así quiero ser justa y daros esta última oportunidad. ¡Queridos, queridas, a ver quién es más listo! ¡Ánimo, que el tiempo vuela!".
Fin de la carta. Más que de locos... aquello era increíble.
Desde luego, la señorita Soledad se había vuelto loca.

--

¿Qué te ha parecido el texto? Escribe un comentario

---

5 mar 2008

Terenci y la TV


Terenci dirigió y presentó un programa en TVE: "Más estrellas que en cielo"


Online Videos by Veoh.com

4 mar 2008

Terenci y el cine




Terenci Moix fue un gran amante del cine de época. Entre sus películas favoritas se contaban Sinuhé, el egipcio, de Michael Curtiz; Las 1.001 noches, de John Rawlins; o Cleopatra, de Joseph L. Mankiewicz.
Poseía más de 3.000 películas en vídeo y DVD.
Terenci Moix era también fan de la serie televisiva 'Los Simpsons'.

Murió a los 61 años de enfisema pulmonar, el 2 de abril de 2003.









----







--