Rosa Bernabé Carrero -----------5º Primaria
Todo empezó un día por la mañana que fui a lavarme los dientes y oí rugir las alcantarillas, me dio mucho miedo.
Después de comer voy al baño otra vez y vuelvo a escuchar el mismo ruido.
Total que se me ocurrió que podía ir a ver que pasaba allí abajo.
La noche siguiente me desperté, llené una mochila con una linterna, una cuerda, una botella de agua, un bocadillo y otros accesorios.
Salí de mi casa a hurtadillas hasta llegar a la tapa de alcantarilla más cercana, me metí dentro, encendí mi linterna y empecé a avanzar lentamente por aquel oscuro y tenebroso túnel.
Después de llevar un largo trecho, ya era la 1 de la noche. De repente se empieza a divisar una clara luz a lo lejos al fondo del túnel, mi mayor sorpresa fue cuando descubrí que era un enorme dragón que cada dos por tres echaba un rugido que yo interpretaba como un grito de dolor y lástima.
Entonces me aventuré a hablar con el:
-¿Qué te pasa, gran dragón?
-¡No es de tu incumbencia!- dijo el dragón.
-Pero si yo… si yo supiera que te pasa a lo mejor podría ayudarte.
-No, los humanos sois todos iguales, lo único que hacéis es tirar basura por los desagües. ¡Si no fuera por vosotros no tendría ahora mismo un lápiz en la espalda entre mis escamas!
Yo me sonrojé al haber sido mi hermano pequeño el que arrojó sin querer ese lápiz por la taza del váter…
-¡Yo te la quitaré! Y así podrás ver que los humanos también podemos ser buenas personas.
Me subí a su cola y de ahí fui trepando hasta su espalda, encontré sin dificultad el hueco donde se había quedado obstruido el lapicero
de color verde:
-¡Ves, como no ha sido para tanto!
-Pues no, la verdad es que no he sentido nada de nada.
Daban la 2 de la madrugada:
-Bueno, me tengo que ir a casa, mañana vengo a verte otra vez, ¿vale?
-¡Vale, hasta mañana!
A la noche siguiente, me levanté, preparé mi mochila y me fui pitando, sin que nadie se enterase, a la alcantarilla:
-¡Hola Drago!
-¿Drago?, pero cómo que Drago, ¿quién es ese?
-Pues tu, se me ocurrió que podría ponerte un nombre…
-De todos modos me gusta, Drago.
Yo le hablé y le demostré que la raza humana también hace muchas cosas buenas como: reciclar, depurar las aguas y muchas otras cosas más.
-Bueno Drago, hasta la próxima.
-Adiós.
Y Drago no volvió a desconfiar de los humanos más.
Aunque tal vez tenga un poco de razón, los humanos a veces somos un poco guarretes.
¡QUE HAY QUE CUIDAR EL MEDIO AMBIENTE!
Todo empezó un día por la mañana que fui a lavarme los dientes y oí rugir las alcantarillas, me dio mucho miedo.
Después de comer voy al baño otra vez y vuelvo a escuchar el mismo ruido.
Total que se me ocurrió que podía ir a ver que pasaba allí abajo.
La noche siguiente me desperté, llené una mochila con una linterna, una cuerda, una botella de agua, un bocadillo y otros accesorios.
Salí de mi casa a hurtadillas hasta llegar a la tapa de alcantarilla más cercana, me metí dentro, encendí mi linterna y empecé a avanzar lentamente por aquel oscuro y tenebroso túnel.
Después de llevar un largo trecho, ya era la 1 de la noche. De repente se empieza a divisar una clara luz a lo lejos al fondo del túnel, mi mayor sorpresa fue cuando descubrí que era un enorme dragón que cada dos por tres echaba un rugido que yo interpretaba como un grito de dolor y lástima.
Entonces me aventuré a hablar con el:
-¿Qué te pasa, gran dragón?
-¡No es de tu incumbencia!- dijo el dragón.
-Pero si yo… si yo supiera que te pasa a lo mejor podría ayudarte.
-No, los humanos sois todos iguales, lo único que hacéis es tirar basura por los desagües. ¡Si no fuera por vosotros no tendría ahora mismo un lápiz en la espalda entre mis escamas!
Yo me sonrojé al haber sido mi hermano pequeño el que arrojó sin querer ese lápiz por la taza del váter…
-¡Yo te la quitaré! Y así podrás ver que los humanos también podemos ser buenas personas.
Me subí a su cola y de ahí fui trepando hasta su espalda, encontré sin dificultad el hueco donde se había quedado obstruido el lapicero
de color verde:
-¡Ves, como no ha sido para tanto!
-Pues no, la verdad es que no he sentido nada de nada.
Daban la 2 de la madrugada:
-Bueno, me tengo que ir a casa, mañana vengo a verte otra vez, ¿vale?
-¡Vale, hasta mañana!
A la noche siguiente, me levanté, preparé mi mochila y me fui pitando, sin que nadie se enterase, a la alcantarilla:
-¡Hola Drago!
-¿Drago?, pero cómo que Drago, ¿quién es ese?
-Pues tu, se me ocurrió que podría ponerte un nombre…
-De todos modos me gusta, Drago.
Yo le hablé y le demostré que la raza humana también hace muchas cosas buenas como: reciclar, depurar las aguas y muchas otras cosas más.
-Bueno Drago, hasta la próxima.
-Adiós.
Y Drago no volvió a desconfiar de los humanos más.
Aunque tal vez tenga un poco de razón, los humanos a veces somos un poco guarretes.
¡QUE HAY QUE CUIDAR EL MEDIO AMBIENTE!
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